Imagine que su primera visita a una escape room es como una primera cita: angustiosa, misteriosa, y no tiene ni idea de qué esperar, salvo que las vagas reseñas en Internet prometen que es "totalmente emocionante" sin dar ni la más mínima pista. He aquí algunos consejos para preparar y formar el dream team por excelencia.
Formar un equipo puede parecer más fácil que arrear un saco de pulgas, pero el quid de la cuestión es asegurarse de que cada uno aporta su superpoder especial al juego sin derribar los muros. ¿Un gran cerebro? Genial, pero no imprescindible. Una buena carcajada y la voluntad de aceptar lo desconocido te llevarán mucho más lejos.
Saca los viejos libros de texto: es hora de recordar los días gloriosos de las matemáticas. Números romanos, el mágico mundo del álgebra... ¿quién iba a pensar que estos conocimientos tendrían alguna utilidad fuera del aula? La geometría, la lógica y, sí, incluso un toque de geografía y química pueden acelerar tu escapada.
Mientras algunos miembros del equipo se devanan los sesos, el Sherlock Holmes de su equipo no debe escatimar esfuerzos para inspeccionar cada centímetro cuadrado de la sala. Olvídate de la lógica: es hora de dar rienda suelta a la curiosidad de niño de cinco años que llevas dentro e investigar todo lo que no esté clavado. Las pistas cruciales podrían estar escondidas justo donde menos te lo esperas.
A veces hace falta un pequeño pueblo para enroscar una bombilla o, en este caso, para resolver rompecabezas que requieren más de un par de manos. Prepárate para doblarte, estirarte y arrastrarte, todo ello sin necesidad de batir un nuevo récord mundial en el limbo.
La variedad e imprevisibilidad de los juegos pueden sorprender incluso al aventurero más curtido. Así que coge a tus compañeros favoritos, reserva una habitación y lánzate a vivir tantas aventuras únicas como puedas. Y recuerda: si todo lo demás falla, ¡siempre está el botón del pánico!