Durante una tranquila ruta de senderismo, el cielo se oscurece repentinamente y una imponente tormenta se os echa encima. Tras unos segundos de ominoso silencio el viento arrecia y el aguacero irrumpe en tromba. Agua por todas partes. Un cegador relámpago… un trueno. Más agua. Otro rayo… se rasga el cielo. El terreno se anega. Otro fogonazo… Esta milésima de segundo alcanzáis a vislumbrar una silueta. ¿Una casa? Sin pensarlo dos veces echáis a correr hacia lo que parece vuestro salvavidas. Lo que aún habréis de descubrir es que la casa no es una casa cualquiera… le pertenece a La Tormenta.
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