5 de octubre de 1981, vuestras sospechas se confirman. El amable vecino del piso de arriba, el señor Georg Jurkowski, lleva meses espiando cada uno de vuestros movimientos. Ha registrado en un diario vuestras rutinas y ha grabado todas las conversaciones telefónicas. Por suerte, como bien sabéis el señor Jurkowski sale cada mañana a pasear junto a su fiel amigo Durkan, un dócil pastor alemán con un desarrollado sentido del olfato y aún mejor oído, por los alrededores de Alexanderplatz, centro neurálgico del Berlín oriental. Su paseo dura una hora, tiempo del que disponéis para localizar, en su caja fuerte, un disquete informático con todas pruebas falsas con las que la Stasi pretende acusaros de espionaje a la RDA, y salir de la habitación sin ser descubiertos.
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