Era un domingo lluvioso y la pequeña Sara estaba triste por no poder salir a jugar. Su padre, para animarla, se inventó un juego en el que él escondía su muñeca y Sara tenía que encontrarla. Durante el juego, la madre de Sara hizo una sesión de Ouija y liberó a un antiguo ente maligno. Al día siguiente hallaron los cuerpos sin vida de los padres pero jamás se supo nada de Sara. Según cuentan varios testigos, en aquella casa ocurren sucesos extraños e incluso aseguran haber escuchado los murmullos de una niña diciendo: Papi, papi, vamos a jugar, tengo que encontrar mi muñeca.
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